sábado, 20 de febrero de 2010

Grande

Antes de nada, quisiera pedir disculpas de antemano por esta intrusión indebida. Será la primera y la última vez que lo haga.


Hoy he visto en la tele un reportaje que hablaba del cerebro. Decía que la memoria es selectiva, que, así como nuestro cerebro elimina automáticamente los malos recuerdos, también se encarga de preservar aquellos que son bonitos y agradables; aquellos que calificamos, en definitiva, de inolvidables.


Será por eso que todavía recuerdo como si fuera ayer el día en que conocí a Pancho...


Contaba yo los 12 años, cuando mi mamá me dijo, mientras comíamos en un restaurante italiano, que tenía "novio". Yo, en mi inocencia, pensaba que eso era imposible, que eso de los novios era cosa de niñas y hermanas, pero que las mamás no podían tener novio, porque eran mamás, y no novias. Que creyese eso no es tan raro, habida cuenta de que yo estuve creyendo en los Reyes Magos hasta los 9 años.


Pocos días después, conocí a Pancho. Venía yo de pasar el verano con mis abuelos en el pueblo, y le vi por primera vez en Sahagún, un pueblecito de León que está cerca del mío. Me pareció un tipo enorme, sensación que, imagino, tendrán todos cuando lo ven por primera vez. Un tipo enorme, en todos los sentidos.


Al final resultó que las mamás sí podían tener novio, que podían ser mamás y novias al mismo tiempo.


Cuando empecé a hablar más con Pancho (o, mejor dicho, cuando empecé a escuchar todas las cosas que contaba) me di cuenta de que él no sólo es un tipo grande en cuanto a su perímetro, que también, sino en cuanto a todas las acepciones que se le puedan atribuir a la palabra “grande”.


Según la RAE “grande” alude a aquel que “supera en tamaño, importancia, dotes, intensidad, etc., a lo común y regular.” Desde luego, quienes conocemos a Pancho sabemos que encaja perfectamente con la definición. Podríamos decir, incluso, que se sale de los cánones. Como Pancho hay pocos en cuanto a grandeza y dotes de palabra se refiere. Basta escucharle cinco minutos para darse cuenta. Yo lo supe desde el momento en que me contó la primera historia, la primera anécdota, desde la primera vez que me hizo ver claramente que merece la pena luchar con la palabra por lo que uno cree o piensa. Desde la primera vez que me habló de personajes como Marx, o Trotski…Desde la primera vez que me di cuenta, en parte gracias a él, de que toda historia tiene una lección oculta que descubrir y de la que se puede (se debe) aprender.


En ese momento supe que era muy egoísta querer quedarnos para nosotros solos con todo lo que Pancho nos puede contar, que es muchísimo. Es por eso que más de una vez le animamos a que escribiera, para que, aparte de nosotros, otra mucha gente pudiese acompañarle en ese camino del que nos habla.


Creo que es de ahí de donde surge Antimemorias, que será todo lo que su Autor quiera y mucho más. Y que todos esperamos poder leer con ansia.


Me disculpo de nuevo por esta pequeña intromisión y les dejo de nuevo con Pancho, a quien deseo mucha suerte en este mundo de la blogosfera. Sé que las ganas y la constancia no le van a faltar al de Parque Patricio.


Sin más,


¡Salud, camaradas!


Adrián Herreros de Perinat

Presentación...


He decidido llamar a este blog "antimemorias" porque cantidad de veces he leido a escritores noveles cuyo principal tema son ellos mismos, su historia, sentimientos, experiencias, etc., hace mucho percibí que era más interesante para mi la vida de "los otros", y mientras los recuerdos son propios e intransferibles, el presente y futuro pueden (y hasta me animaria a decir que deben) ser compartidos.
LLegamos a este punto siguiendo un camino, pero hagamos juntos lo que sea posible transitar en común, será sin duda más rico y divertido.